domingo, 21 de octubre de 2012

Y todo vuelve a empezar.
Los días pasan, nada parece haber cambiado..pero no es así.
¿Y qué hago yo ahora? ¿Hago como si nada hubiese pasado? ¿Como si no me importara?
Perdona si yo no soy tan hipócrita.
No me acuses de algo que tu mismo has provocado. No me señales como la mala cuando no hice nada.
Soy solo la estúpida que aún recuerda y piensa que las cosas podrían haber ido de otra manera.
Los típicos pensamientos rondaban mi mente...que eras diferente, que las cosas podrían haber ido bien.
Me equivoqué.
Cada vez tengo más claro que los caballeros no existen. No más que caballeros de armadura oxidada, que la esconden bajo capas y capas de pintura que siempre acaba borrándose y mostrando la verdad.
Pero claro, la culpa es mía por creer en ti.
Y sigo siendo tan estúpida de seguir esperando que algo cambie.

Todo pasará.

No se puede pedir confianza dando calabazas a cambio.

Y ahora un texto de Rosetta Forner:
Amar implica riesgos, pero no por ello no significa que haya que lanzarse de cabeza a la piscina sin haber hecho antes ninguna comprobación…Si en medio de la comprobación nos enamoramos no pasa nada, son cosas del oficio de amar. Ahora bien, nunca ames a nadie más que a ti mismo. Nunca te dejes de lado por nadie. Nunca traiciones a la persona más importante de tu vida (a ti mismo) por otra persona."

" Ella era un ser completo por sí misma y no necesitaba la presencia de un caballero en su vida. Al menos, no un caballero en semejantes condiciones emocionales y psicológicas. Ella deseaba compartir su vida con un caballero de abierta alma y elegante corazón, alguien que la arropase en las noches de frío invierno y pudiese darle cobijo en sus brazos de alma abierta, sin temor a amar y manifestar sus sentimientos. Ella quería a alguien que no se enfundase una armadura para poder vivir su vida."

miércoles, 10 de octubre de 2012

Lluvia.


Gritos al vacio, mientras la lluvia caía por mi rostro,  acariciándolo.
Comencé a correr, notando la adrenalina por mi cuerpo. Todo había acabado, y no había podido hacer nada por evitarlo.

Impotencia.
Rabia.
Dolor.

El aire me faltaba, y paré apoyándome en una farola, mientras mis pulmones ardían en busca de aire.

Nada.

Un grito en el vacío que nadie oyó, ni oiría nunca.
Momentos de debilidad. Jadear. Golpear la farola, ahogando un grito de frustración.  Lagrimas que se confunden con lluvia. 

Tu nombre susurrado.
Te necesito,  te necesito tanto que duele.

Duele pensar que no quedan más que recuerdos y viejas fotos, que jamás volverás a abrazarme, hablarme, o simplemente a estar a mí lado.  

Caminar lentamente, mezclándome con la gente de la calle, sintiéndome invisible. Queriendo serlo. Mirando al suelo, paso tras paso.  Alzar la cara al cielo, notando como la lluvia se lleva las lágrimas. 
Llegar hasta el portal, sacar las llaves. Entrar y fingir una sonrisa. 



Y todo vuelve a empezar.