miércoles, 10 de octubre de 2012

Lluvia.


Gritos al vacio, mientras la lluvia caía por mi rostro,  acariciándolo.
Comencé a correr, notando la adrenalina por mi cuerpo. Todo había acabado, y no había podido hacer nada por evitarlo.

Impotencia.
Rabia.
Dolor.

El aire me faltaba, y paré apoyándome en una farola, mientras mis pulmones ardían en busca de aire.

Nada.

Un grito en el vacío que nadie oyó, ni oiría nunca.
Momentos de debilidad. Jadear. Golpear la farola, ahogando un grito de frustración.  Lagrimas que se confunden con lluvia. 

Tu nombre susurrado.
Te necesito,  te necesito tanto que duele.

Duele pensar que no quedan más que recuerdos y viejas fotos, que jamás volverás a abrazarme, hablarme, o simplemente a estar a mí lado.  

Caminar lentamente, mezclándome con la gente de la calle, sintiéndome invisible. Queriendo serlo. Mirando al suelo, paso tras paso.  Alzar la cara al cielo, notando como la lluvia se lleva las lágrimas. 
Llegar hasta el portal, sacar las llaves. Entrar y fingir una sonrisa. 



Y todo vuelve a empezar.

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